En una ciudad donde abundan las opciones de comida rápida y tradicional, encontrar un concepto verdaderamente distinto no es tarea fácil. Pero esa fue precisamente la apuesta de Christian Echeverry, cofundador y presidente de Oporto Pollo Portugués: traer a Colombia una experiencia que combinara el sabor ahumado del pollo al carbón con un toque europeo, sin perder de vista las raíces, los ingredientes y el paladar colombiano.
Desde su fundación, Oporto se ha convertido en mucho más que un restaurante. Es un emprendimiento que combina propósito, intuición y tecnología para ofrecer una propuesta fresca, auténtica y con hambre de futuro.
El llamado que siempre estuvo ahí
Aunque Christian creció en una familia de emprendedores, su camino fue distinto al principio. Sus padres deseaban para él una vida más estructurada, una carrera profesional estable, y eso fue lo que construyó. Estudió, trabajó, hizo carrera en grandes compañías como Bayer, Natura Cosméticos y también en el sector financiero. Desde afuera, parecía tenerlo todo resuelto. Pero en su interior, había una idea que lo acompañaba como un eco constante.
Durante más de quince años, Christian sintió que en Colombia hacía falta un tipo de pollo diferente. No se trataba simplemente de una receta, sino de una forma distinta de entender la experiencia gastronómica: más sabrosa, más emocional, más enfocada en la calidad.
Fue en una maestría en Barcelona donde la chispa se encendió con fuerza. Allí conoció un restaurante que elevaba el pollo al carbón a otro nivel, con técnicas europeas que cuidaban tanto el sabor como la presentación. Poco después, en un viaje a Inglaterra, descubrió Nando’s, una cadena que revolucionó el pollo portugués en Europa. Para Christian, ese momento fue una confirmación: la idea que llevaba tanto tiempo incubando tenía forma, y el momento era ahora.
Pero no quería simplemente replicar un modelo. Su visión era hacer algo propio, con identidad local, que tomara lo mejor de la inspiración portuguesa y lo combinara con el sabor, la calidez y la intuición de la gastronomía colombiana. Así nació Oporto Pollo Portugués, un nombre que rinde homenaje a sus orígenes europeos, pero con corazón colombiano.
Un pollo que cuenta historias
Desde el primer día, Oporto se planteó como mucho más que una marca de pollo asado. Cada detalle —desde la sazón hasta el diseño del local— fue pensado para construir una experiencia. El restaurante, ubicado en el Centro Comercial Plaza Claro, no solo atrae por su menú: también lo hace por su ambientación, su identidad visual y su energía cercana, joven y auténtica.
El pollo de Oporto se cocina al carbón, con un marinado especial que mezcla especias europeas con ingredientes locales. Pero más allá de su técnica, lo que diferencia a Oporto es que cada plato cuenta una historia: la historia de un país que busca nuevas formas de comer, de emprender, de disfrutar.
Desde su apertura, Oporto ha sabido posicionarse como una propuesta original. Ha logrado conectar con una comunidad que valora lo diferente, lo bien hecho y lo sabroso. Además, ha apostado por canales digitales como una extensión de su experiencia física, generando contenido atractivo, respondiendo activamente a sus clientes y creando comunidad en redes sociales.
Para Christian, fidelizar a un cliente no se trata de solo vender un producto, sino de transmitir un propósito. Quien prueba Oporto no solo se lleva una comida, se lleva una sensación. Y eso es lo que ha permitido que el restaurante crezca de forma orgánica, gracias a la recomendación constante y la experiencia memorable.
El reto detrás del mostrador
Pero como todo emprendimiento, la historia de Oporto también ha tenido obstáculos. Uno de los más importantes —y al que Christian le ha dedicado gran parte de su atención— es la gestión del equipo humano.
“Saber hacer el mix correcto es clave. Si una persona se siente mal remunerada o no encuentra propósito en su trabajo, eso se nota: en el producto y en el servicio”, afirma con sinceridad.
A diferencia de muchos emprendedores que ven al recurso humano como un aspecto técnico, Christian lo aborda como el corazón del negocio. Su experiencia en empresas grandes le enseñó que los procesos pueden ser excelentes, pero si el equipo no está alineado, todo se desmorona.
Por eso ha trabajado en construir una cultura organizacional sólida, donde cada miembro entienda su rol, se sienta valorado y crezca dentro del proyecto. Desde la cocina hasta la caja, en Oporto se respira compromiso. Y esa dedicación se nota en la calidad del servicio, en la consistencia de los platos y en la lealtad del cliente.
El verdadero reto no ha sido solo abrir un restaurante, sino mantener su alma en cada turno, cada receta y cada interacción.
Karrot: una plataforma que entiende la vida real del restaurante
Cuando Oporto empezó a crecer, también llegaron las exigencias técnicas: facturación electrónica, control de inventarios, reportes… y fue en ese momento cuando Karrot entró en escena.
Lo que comenzó como una necesidad operativa terminó siendo un punto de inflexión. Christian, que ya había trabajado con otros software de gestión, se sorprendió con Karrot: era intuitivo, pero profundo. Simple, pero poderoso.
A diferencia de otras plataformas rígidas y poco adaptables, Karrot se integró de forma natural en el día a día del restaurante. Permitió gestionar la operación sin burocracia tecnológica, sin procesos innecesarios, y lo más importante: sin perder tiempo.
“Lo puedo ver desde cualquier parte del mundo, en mi celular. Me permite tomar decisiones y hacer correcciones al instante”, cuenta Christian. Esa flexibilidad le ha permitido controlar la operación sin estar atado físicamente al local.
Además de facturación, Karrot le abrió la puerta a módulos como:
- Inventario en tiempo real, para evitar pérdidas invisibles.
- CRM, para entender mejor a sus clientes.
- Reportes detallados, para tomar decisiones estratégicas.
- Campañas digitales, que fortalecen la fidelización.
Para Christian, Karrot no es solo un software. Es una herramienta diseñada por gente que conoce cómo funciona un restaurante desde adentro. Y eso, dice, se nota en cada detalle.
Un restaurante con hambre de futuro
Hoy, Oporto no es solo un restaurante exitoso. Es un proyecto con visión de largo plazo, que sigue creciendo sin perder su esencia. Con una propuesta sólida, un equipo comprometido y una plataforma tecnológica que lo respalda, Christian y su equipo ya están pensando en nuevas ubicaciones, nuevos productos, nuevas formas de conectar con su comunidad.
Pero más allá de los planes de expansión, lo que distingue a Oporto es su capacidad de crecer sin traicionar sus valores. La autenticidad, el sabor, la calidez y la tecnología siguen siendo sus pilares.
Oporto Pollo Portugués es prueba de que las grandes ideas nacen cuando la intuición se mezcla con el riesgo, cuando la experiencia se combina con visión, y cuando la tecnología se pone al servicio de los sueños reales.
Y si hay algo que esta historia deja claro es que, con pasión, equipo y herramientas adecuadas, se puede construir algo verdaderamente sabroso y duradero.
🍗 Oporto Pollo Portugués es un ejemplo de cómo la visión, el sabor y la tecnología pueden unirse para construir un negocio auténtico, rentable y con propósito. Si estás en Bogotá y quieres probar una experiencia diferente —donde cada plato tiene historia, carácter y corazón— no dejes de visitar este rincón de pollo al carbón que ha conquistado a cientos de comensales con una propuesta honesta, innovadora y deliciosamente colombiana.