La Dacha: Una historia de libros, renovación y tecnología

En un rincón de Chapinero Alto, en una casona que parece sacada de una novela rusa, nació La Dacha, una librería especializada en literatura rusa y de Europa del Este. Pero detrás de sus columnas antiguas y paredes rústicas no solo hay libros: hay una historia de reinvención, de sueños pospuestos que encontraron su momento, de pasión por la cultura, y de cómo la tecnología, cuando es humana y pensada con empatía, puede convertirse en una verdadera aliada para los pequeños comercios.


Cuando la pasión se convierte en camino

En 2020, como a millones de personas en el mundo, la pandemia obligó a Sebastián a parar. Pero más allá de la pausa laboral, lo que realmente ocurrió fue una pausa vital. Periodista de profesión con siete años de experiencia, se encontró preguntándose hacia dónde quería llevar su vida profesional y qué le daría sentido a ese nuevo capítulo que apenas empezaba.

En ese contexto, casi como una revelación casual en medio de una charla con su hermano, surgió la idea de abrir una librería. No fue un proyecto planeado por años, ni una estrategia de negocios. Fue un impulso genuino, nacido del amor por los libros, la experiencia, la cultura y por las historias que se esconden en cada estante. Y aunque nunca se había imaginado como librero, la frase que dijo aquella noche fue clara: 

Tengo esta idea, he hecho esto, tengo este conocimiento, montemos una librería, que tenga un bar, se va tiene que llamar La Dacha, y tiene que estar especializada en literatura rusa o de Europa del Este”.

El nombre no fue casual. En la cultura rusa, una dacha es más que una casa de campo: es un lugar de encuentro, de descanso, de lectura, de familia. Un refugio. Y eso era exactamente lo que Sebastián quería crear.

Encontró el lugar ideal, una casa en Chapinero Alto que, por su estructura arquitectónica, parecía hecha para ese propósito. Con el techo parcialmente descubierto, columnas antiguas, vigas de madera a la vista, lámparas cálidas y paredes rústicas, todo en el espacio transmitía la sensación de hogar y familia.

Pero La Dacha no nació únicamente como una librería. Desde el comienzo, Sebastián y sus socios imaginaron un espacio donde los clientes se sintieran cómodos alrededor de los libros, un espacio cómodo para trabajar y compartir. Así nacieron las experiencias alrededor de la comida y la coctelería. 


Los desafíos de emprender (y mantener el orden entre libros)

Transformar una idea inspiradora en una operación sostenible es uno de los mayores retos de cualquier emprendedor. Y Sebastián lo vivió en carne propia. Como en la mayoría de librerías independientes, al principio todo pasaba por sus manos: la parte administrativa, el inventario, los cortes diarios y mensuales a proveedores. Hasta que llegó el primer librero Pablo, que ayudó a todas estas tareas que se requerían y como es normal cometieron muchos errores, 

“Y cualquier cosa que se te pase, un producto que no esté registrado puede ser un dolor de cabeza, en un futuro inventario”, comenta.

Sebastián ya manejaba su librería con otro sistema, pero el diseño no le parecía adecuado y pocas funciones relevantes para su operación. También pensaban en plataformas extranjeras que estuvieran diseñadas para las librerías, pero con el cambio de país a otro, licencias, tributaciones, además del costo tan alto, dejó de ser una opción. Ninguna encajaba del todo con lo que necesitaban: una solución flexible, intuitiva y pensada para la realidad de un negocio pequeño, cambiante y con alma. Fue entonces cuando conocieron Karrot.


Karrot: una herramienta pensada para quienes están detrás del mostrador

La llegada de Karrot hizo que Sebastián sintiera que una plataforma entendía el ritmo de su negocio. No solo podían registrar libros rápidamente, sino que ahora tenían el control total sobre el inventario, las ventas y los reportes diarios sin complicaciones.

“Una de las ventajas de Karrot es trabajar de la mano con personas que han trabajado en comercios, que traen ideas frescas y que la gente puede adaptar a este tipo de negocio tan específico”, explica Sebastian.

Gracias a su interfaz intuitiva, eliminando la necesidad de licencias adicionales, que tienen otras plataformas, pudieron comenzar a controlar su librería desde su celular, sin instalaciones complicadas. La escalabilidad sin fricción y el soporte humano marcaron una diferencia real. 

Hoy, después de un año y medio con Karrot, La Dacha funciona con confianza, sabiendo que la tecnología puede ser un aliado y se puede adaptar a cualquier tipo de negocio.


Más que una librería, La Dacha es hoy un centro cultural vivo, que mezcla literatura, gastronomía, música y comunidad. Y Karrot ha sido la herramienta que les ha permitido crecer sin perder control, orden ni identidad.

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