En el corazón de Bogotá, entre calles llenas de ritmo urbano y diversidad cultural, se encuentra Paprika, un restaurante que ha redefinido lo que significa comer con conciencia. Más que un restaurante vegano, Paprika es el resultado de una visión valiente, un compromiso con la autenticidad y una historia de transformación constante. Detrás de este proyecto está Adriana Jbara Jbara, quien desde el 4 de mayo de 2014 ha liderado el camino como gerente administrativa y alma del restaurante. Su visión, junto con su vasta experiencia, ha convertido a Paprika en un referente de la cocina vegana, fusionando sabores orientales, italianos y colombianos en platos que no solo alimentan, sino que también inspiran.
De la incertidumbre a la convicción
Antes de fundar Paprika, Adriana ya había recorrido un amplio camino en el mundo gastronómico. Con experiencia como propietaria de restaurantes fuera del país, cultivó una perspectiva global sobre el servicio, el producto y, sobre todo, la responsabilidad que implica alimentar bien. Al regresar a Colombia, lo hizo de la mano de Viva Mejor, una compañía de alimentos con la que compartía visión y propósito. Fue en ese contexto que decidió abrir Paprika, en un momento en que el mercado local no parecía del todo preparado.
Aunque existían alrededor de quince restaurantes en la zona, ninguno ofrecía realmente opciones vegetarianas o veganas bien estructuradas, lo que convertía el proyecto en una apuesta arriesgada. Las dudas eran muchas: ¿Estaría la zona lista para una propuesta así? ¿Responderían los clientes? ¿Habría suficiente demanda? Sin embargo, había algo más fuerte que el temor: la confianza en el producto y en su visión.
“Una vez inicias y tienes confianza en ti y seguridad del producto, hay una garantía del 70%”, afirma Adriana con la convicción que la caracteriza. Ese porcentaje no es una fórmula exacta, pero refleja algo mucho más poderoso: el valor de creer en lo que se hace y en lo que se ofrece.
Paprika nació con una propuesta clara: ofrecer comida vegetariana —y más adelante, 100% vegana— que fuera deliciosa, creativa, y con identidad propia. Lo que empezó con incertidumbre, se convirtió rápidamente en una marca con carácter, que conecta profundamente con quienes buscan alimentarse bien sin renunciar al sabor.
Más que un menú, una experiencia consciente
La historia de Adriana en Paprika no se limita a la gerencia administrativa. Ella está involucrada en cada aspecto del restaurante, desde el diseño del menú y la selección de proveedores hasta la atención directa al cliente. No hay decisión pequeña para ella cuando se trata de calidad, seguridad y experiencia.
Cada plato servido en Paprika está pensado al detalle, y Adriana no solo lo garantiza desde la cocina, sino que lo respalda en el diálogo con los comensales. “Cuando hablas con los clientes de cómo están preparados los platos, qué ingredientes tiene, el cliente confía en el 100% del producto”, explica.
Esa transparencia no es solo parte del servicio, es parte de la esencia de Paprika. El restaurante ha sabido consolidarse como un lugar donde la cocina vegana se celebra, no se limita. Platos tradicionales colombianos reimaginados en versión vegetal, recetas orientales llenas de especias, preparaciones italianas con toques artesanales… Cada experiencia en Paprika es una invitación a descubrir que el veganismo puede ser profundamente sabroso, cálido y emocional.
Además, su enfoque consciente va más allá del plato. Paprika promueve el respeto por los ingredientes, el trabajo honesto, y un trato humano tanto hacia los clientes como hacia el equipo que lo hace posible. Todo esto se traduce en una experiencia donde cada detalle importa, donde se nota que el restaurante está hecho con propósito.
Karrot: tecnología con rostro humano
Con el crecimiento de Paprika y la complejidad que trae el día a día de un restaurante, Adriana sabía que necesitaba una herramienta tecnológica que se adaptara a su operación, sin quitarle humanidad. Fue así como llegó a Karrot.
Desde que implementó la plataforma, Adriana encontró en Karrot un aliado real. La solución le permitió mejorar procesos clave como la facturación y el control administrativo, y recientemente ha comenzado a explorar el módulo de inventario para potenciar aún más la gestión del restaurante.
Lo que más valora de Karrot, sin embargo, no es solamente la tecnología, sino la cercanía del servicio. “Cuando he recomendado Karrot, me he enfocado en la atención personalizada, ya que otras plataformas manejan toda su atención de forma virtual, y eso fue lo que más me llamó la atención”, comenta.
Esa capacidad de responder rápido, de escuchar, de proponer soluciones reales adaptadas a las necesidades de un negocio como Paprika, es lo que ha hecho que Karrot se integre naturalmente en su operación. La tecnología no está para reemplazar el toque humano, sino para amplificarlo. Y en ese balance, Adriana encontró el acompañamiento ideal.
Un futuro con sabor a propósito
Paprika no solo ha sobrevivido en un mercado exigente: ha prosperado sin perder su esencia. La historia de Adriana Jbara es un testimonio de cómo la coherencia entre valores, producto y experiencia construye negocios que perduran. Su visión ha sabido sostenerse en momentos difíciles y brillar en los más exigentes, siempre con un mensaje claro: es posible emprender con propósito y tener éxito sin renunciar a lo que uno cree.
Hoy, con Karrot como aliado tecnológico, Paprika está mejor equipada que nunca para seguir creciendo, explorar nuevas líneas de negocio, fortalecer su comunidad y seguir ofreciendo experiencias culinarias que nutren tanto el cuerpo como el alma.
🌱 Paprika es un ejemplo inspirador de cómo la visión, la convicción y la tecnología pueden unirse para crear un negocio auténtico, exitoso y con impacto real. Si estás en Bogotá, no dejes de visitar este rincón vegano que ha conquistado paladares y corazones desde hace una década.